Prof. Amalia Verbos Lic. en Retoricología* Autora del libro: Ecos perdidos: Análisis de las metáforas cefalopódicas en la retórica posmoderna. Su imagen era fresca, como una delicada flor en pleno rocío matutino. Su aroma perfumado llenó su nariz como un susurro de dulzura que envolvía sus sentidos. Entreabrió los labios, esbozando una sonrisa complaciente, como si el mundo entero le regalara una razón para alegrarse. Lo dejó deslizarse lentamente, como si bailara, y pudo saborear plenamente la satisfacción que le habían prometido. Su corazón latía fuerte, alimentado por una pasión desbordante que lo envolvía por completo. Su mano se movía juguetona, trazando caricias casi imperceptibles que eran como susurros de éxtasis. Era como un rayo de electricidad acariciando su boca, despertando sensaciones intensas que lo transportaban a un lugar donde solo existía el deleite. El tiempo pasaba sin que se diera cuenta, hasta que, al ver el reloj, se percató de que habían transcurrido treinta
Por Prof. Galerio Cercantes Torresalva. "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" es una obra literaria icónica escrita por Miguel de Cervantes Saavedra. Publicada por primera vez en dos partes, en 1605 y 1615 respectivamente, esta novela ha dejado una huella imborrable en la historia de la literatura mundial. A través de sus páginas, Cervantes nos presenta un relato cargado de humor, ingenio, crítica social y una profunda reflexión sobre la realidad y la imaginación. No hemos descubierto nada. Sin embargo, la sorpresa se encuentra en la frase: «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos», que tanto nos gusta repetir, y que no aparece en la obra "Don Quijote de la Mancha". A menudo, esta frase se atribuye erróneamente al personaje de Don Quijote, pero en realidad es una cita popular que no tiene origen en la pluma de Miguel de Cervantes. Es importante tener en cuenta que el personaje de Don Quijote es conocido por su forma peculiar de hablar y sus discursos
Historias Mínimas * Por Elena Aguilar Sneg La mariposa, cansada de batallar contra las tormentas perpetuas, finalmente dejó de revolotear. Sus alas, alguna vez vibrantes, se desplegaron por última vez, cayendo al abismo. La última luz se desvaneció, y sus sueños se sumieron en una eterna noche sin estrellas.
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