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Mostrando entradas de julio, 2023

El Ogro Mogro

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  * Por Ricardo Castillo Cuento infantil. Mogro creció solo en el bosque, sin conocer a nadie más de su especie. Es alto, aunque ya está encorvado por la edad. Usa el trozo de un tronco como bastón. Tiene un ojo tan grande como su boca, que está ligeramente torcida hacia la izquierda. Su nariz es chata y gorda. Sus manos y sus pies son enormes, y sus uñas están muy largas. Aunque eso le sirve para arrancar la fruta de los árboles, Mogro solo come hierbas y frutas. Un día quiso cazar un conejo, pero su cuerpo era muy pesado para alcanzar al ágil animalito. En la carrera tropezó con una roca y cayó tan fuerte que durante varios días no se acordó de quién era.  Cuando pequeño, se acercó a un río y vio su reflejo en el agua.  Se sorprendió al ver su cara grande y fea, con dientes largos, una verruga y una cicatriz. Se asustó tanto que salió corriendo y se escondió en una cueva. Desde entonces, pensó que era un monstruo y que tenía que asustar a la gente que pasaba por el bosque, para que n

Lujuria

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Por Edgar Verne  «La lujuria es conocida como uno de los siete pecados capitales. Sin embargo, Christopher y sus amigos no se preocupan por eso. Ven conmigo a explorar los límites de lo posible y lo imposible, a caminar por los jardines de la imaginación, a explorar los laberintos de los sueños y las pesadillas».   Los tres amigos habían bebido en exceso y eran conscientes de que conducir en ese estado era peligroso. Sin embargo, decidieron continuar con su noche de fiesta. "¡Hemos bebido hasta el límite!", exclamó Christopher mientras aceleraba su BMW. "Ahora debemos encontrar algo divertido". Sus amigos respondieron con gritos, emocionados por la idea.   Durante aproximadamente treinta minutos, recorrieron varias calles en busca de emociones, pero no encontraron lo que deseaban. Los vecindarios por los que pasaron estaban llenos de mujeres de diferentes orígenes y precios, pero esa noche no se trataba de dinero.  — Vámonos de aquí -dijo uno de ellos, aburrid

Dos canciones para un león

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  * Por Ricardo Castillo Cuento infantil. El caballero Arnaldo era un valiente guerrero al servicio de Ricardo Corazón de León, el rey de Inglaterra. Arnaldo había participado en muchas batallas y había demostrado su lealtad y su valor, pero también su amor por la música y la poesía. En sus ratos libres, le gustaba tocar el laúd y cantar canciones de gesta, de amor y de aventuras. Un día, en su camino a la ciudad Chingford, acampó en un bosque conocido como Bosque de Epping.   Arnaldo se alejó del campamento para buscar un lugar tranquilo donde practicar sus melodías. Se adentró en la espesura y encontró un claro donde se sentó bajo un árbol. Sacó su laúd y empezó a tocar una canción que había compuesto para su amada, a quien se dirigía a ver. La canción era dulce y melancólica, y expresaba el anhelo de volver a encontrarse con ella y abrazarla. Mientras Arnaldo cantaba, no se dio cuenta de que no estaba solo. En el otro extremo del claro, oculto entre los arbustos, había un anim

LADRAN SANCHO

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  Por Prof. Galerio Cercantes Torresalva. "El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha" es una obra literaria icónica escrita por Miguel de Cervantes Saavedra. Publicada por primera vez en dos partes, en 1605 y 1615 respectivamente, esta novela ha dejado una huella imborrable en la historia de la literatura mundial. A través de sus páginas, Cervantes nos presenta un relato cargado de humor, ingenio, crítica social y una profunda reflexión sobre la realidad y la imaginación. No hemos descubierto nada. Sin embargo, la sorpresa se encuentra en la frase: «Ladran, Sancho, señal que cabalgamos», que tanto nos gusta repetir, y que no aparece en la obra "Don Quijote de la Mancha". A menudo, esta frase se atribuye erróneamente al personaje de Don Quijote, pero en realidad es una cita popular que no tiene origen en la pluma de Miguel de Cervantes. Es importante tener en cuenta que el personaje de Don Quijote es conocido por su forma peculiar de hablar y sus discursos

DETERMINACIÓN

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HISTORIAS MÍNIMAS  *Por Ricardo Catillo Parece que no quieren dejarme salir. ¿Por qué? Lo intento, pero me resulta difícil vencer la resistencia de estas paredes. Por momentos, pierdo las fuerzas, pero... ya... casi... Sí, se rompió el obstáculo. Sin embargo, me doy cuenta de que no era el único. No. Ahora una masa fría y húmeda me envuelve. Está oscuro. ¿Hacia dónde debo ir? Algo me dice que por aquí. Es como una voz que me guía, y yo le hago caso. Comienzo a excavar con todas mis fuerzas. La masa comienza a ceder. Es densa pero no muy consistente. El cansancio empieza a vencer a mis pequeños miembros, pero no me detengo... Un poco más... uf... uf... eso... solo un poco más... Ya casi...   Siento el aire fresco y ese maravilloso aroma a salitre. Puedo escuchar, además, cómo las olas rugen a lo lejos al golpear la orilla. Otra vez esa voz, me dice que debo ir hacia allí. Es irresistible. Todavía tengo parte de mi cuerpo enterrado en la arena. ¡Vamos! ¡Vamos! ¡Un último esfuerzo! Un

La Fuerza de los Instantes

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Prof. Amalia Verbos Lic. en Retoricología* Autora del libro: Ecos perdidos: Análisis de las metáforas cefalopódicas en la retórica posmoderna.  Su imagen era fresca, como una delicada flor en pleno rocío matutino. Su aroma perfumado llenó su nariz como un susurro de dulzura que envolvía sus sentidos. Entreabrió los labios, esbozando una sonrisa complaciente, como si el mundo entero le regalara una razón para alegrarse.  Lo dejó deslizarse lentamente, como si bailara, y pudo saborear plenamente la satisfacción que le habían prometido. Su corazón latía fuerte, alimentado por una pasión desbordante que lo envolvía por completo. Su mano se movía juguetona, trazando caricias casi imperceptibles que eran como susurros de éxtasis. Era como un rayo de electricidad acariciando su boca, despertando sensaciones intensas que lo transportaban a un lugar donde solo existía el deleite. El tiempo pasaba sin que se diera cuenta, hasta que, al ver el reloj, se percató de que habían transcurrido treinta