Historias Mínimas * Por Elena Aguilar Sneg No es fácil ser una idea en la mente de un escritor. Rondé por su cabeza durante mucho tiempo. Él buscaba algo para contar, pero no lograba encontrar qué. Me anuncié, susurré y produje muchas imágenes de mí mismo, aunque no sin dificultad, ya que tenía que luchar diariamente contra cientos de otras imágenes que competían por su atención. Sin embargo, al final logré ganar la batalla y, en un momento maravilloso, me deslicé por su pluma hasta la hoja y cobré vida. Aunque solo fueron unas líneas ese día, no me importó. Era un comienzo, el principio de la mágica historia que prometía contar. Solo era cuestión de tiempo... y de atención. Él se sentaba frente a su escritorio casi a diario. Yo temblaba de emoción y pensaba para mis adentros: "Hoy comenzaré a hablarle de mi felicidad... tengo tanto que decir al respecto..." Me imaginaba a todos los hombres y mujeres que sentirían lo mismo que yo al leerme. Sin embargo, los días pasaron. A ...