* Por Ricardo Castillo Cuento infantil. Mogro creció solo en el bosque, sin conocer a nadie más de su especie. Es alto, aunque ya está encorvado por la edad. Usa el trozo de un tronco como bastón. Tiene un ojo tan grande como su boca, que está ligeramente torcida hacia la izquierda. Su nariz es chata y gorda. Sus manos y sus pies son enormes, y sus uñas están muy largas. Aunque eso le sirve para arrancar la fruta de los árboles, Mogro solo come hierbas y frutas. Un día quiso cazar un conejo, pero su cuerpo era muy pesado para alcanzar al ágil animalito. En la carrera tropezó con una roca y cayó tan fuerte que durante varios días no se acordó de quién era. Cuando pequeño, se acercó a un río y vio su reflejo en el agua. Se sorprendió al ver su cara grande y fea, con dientes largos, una verruga y una cicatriz. Se asustó tanto que salió corriendo y se escondió en una cueva. Desde entonces, pensó que era un monstruo y que tenía que asustar a la gente que pasaba por el bosque, para que n